By Centro Familia Cristiana Tampa
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March 2, 2025
Dios nos creó a Su imagen y Su ADN ( Génesis 1:27 ), significa que dentro de nosotros está impresa Su naturaleza, y una de sus características más profundas es que Él es un dador. Juan 3:16 lo expresa claramente: “ Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio…” . Dios amó y dio. Dar es parte de Su identidad, y si hemos sido creados a Su imagen, entonces dar también debe ser parte de la nuestra. A veces pensamos en la generosidad solo en términos emocionales o de intención, pero la realidad es que dar es una acción. La salvación fue gratuita para nosotros, pero le costó a Dios el sacrificio de Su Hijo. De la misma manera, extender el evangelio y transformar generaciones requiere inversión, compromiso y acción. El evangelio es gratis, pero hacer evangelio cuesta. Nuestra Misión es clara: alcanzar, restaurar y edificar familias. Para cumplir esta misión , se necesita algo más que buenas intenciones; se requiere compromiso. Parte de ese compromiso es dar: nuestro tiempo, talentos, servicio y también nuestros recursos económicos. No podemos esperar que la misión se cumpla sin esfuerzo ni sacrificio. El lugar donde nos congregamos hoy ha sido una bendición, pero no es nuestro destino final. Dios nos ha mostrado que podemos manejar más, que podemos crecer, que podemos impactar a más familias y preparar un espacio donde nuevas generaciones se desarrollen. Pero para hacerlo, debemos dar un paso más en nuestra generosidad. Cuando hablamos de genética, desde el punto de vista biológico, el ADN es el manual de instrucciones que nos da identidad, y los genes son elementos que determinan características específicas. De la misma manera, en nuestra genética espiritual, Dios ha puesto en nosotros el “gen de dar”. Fuimos diseñados para ser canales de bendición, no estanques de retención. Cuando retenemos lo que deberíamos soltar, algo se estanca dentro de nosotros. La Biblia dice en 2 Corintios 9:10-11 que Dios da semilla al que siembra. Es decir, cuando somos generosos, Dios nos provee más para seguir dando. Es un principio de vida, por ejemplo si la sangre deja de circular, el cuerpo se enferma; si el agua no fluye, se contamina; si la generosidad se detiene, el propósito se estanca. Hoy te invito a hacerte esta pregunta: ¿Estoy viviendo conforme a mi genética de dar? Si Dios nos diseñó con la capacidad de dar, entonces no podemos vivir reteniendo lo que Él nos ha dado. Esta semana, toma un paso concreto en tu generosidad: da tu tiempo, tus talentos, tu servicio y también tus recursos financieros. La visión que Dios ha dado a nuestra casa requiere decisiones y acciones ahora. Juntos, como iglesia, podemos lograr más. No pongamos nuestro enfoque en las dificultades, sino en la solución que Dios nos ha dado. Oremos y pidámosle a Dios que active en nosotros Su genética de generosidad.